LA AUTOESTIMA DEBE EMPEZAR EN LA INFANCIA
“Desde
pequeños nos enseñan conductas de cuidado personal respecto al físico: lavarnos
los dientes, bañarnos, comer, aprender a vestirnos…, pero nadie nos habla del
cuidado psicológico y la higiene mental”, reflexiona.
“Tu primer
amor es el que se dirige a tí mismo y, con ese primer idilio, aprenderás a amar
la existencia o a odiarla, porque es imposible abrir las puertas al amor de los
que te rodean si te desprecias o si te avergüenzas de existir”, reflexiona el
experto.
A su
juicio, la autoestima es una buena cualidad para sobrellevar la actual crisis
económica mundial, ya que “la gente que se quiere se convierte en una buena
luchadora, porque mantiene su dignidad personal y sabe perfectamente lo que es
negociable y por lo que no se debe nunca pasar”.
“Una buena
autoestima, quererse profundamente, incrementa las emociones positivas;
además, entre otras cosas, permite alcanzar mayor eficacia en las tareas,
mejorar las relaciones con las personas, establecer un vínculo más equilibrado
con los demás y ganar en independencia y autonomía”, enfatiza Riso.
ACTUALMENTE ESTAMOS VIVIENDO UN "MATRIX"
El
terapeuta considera que actualmente estamos viviendo en un “matrix”, en donde
no sabemos de dónde viene el enemigo y, por tanto,”estamos en un punto en
el que debemos hacer una retrospección, volver al ‘yo’, rescatando valores como
nuestra propia eficacia, saber de lo que uno es capaz y no darse
por vencido”.
“La gente
que tiene una buena autoestima es la mejor superviviente ante una situación de
crisis, porque las personas que se quieren a sí mismas desarrollan mejores
estrategias para afrontarla”, remacha Riso.
El
terapeuta ha escrito este ensayo pensando tanto para aquellas
personas que no se aman suficientemene, como para quienes sabían amarse a sí
mismos en alguna época y se han olvidado de hacerlo por los rigores de la vida
o las carreras desenfrenadas por la supervivencia, y se han situado en un
segundo plano, “como si fueran un material desechable”, enfatiza.
AMARSE A UNO MISMO, UN FACTOR DE PROTECCIÓN PSICOLÓGICO
Riso nos
revela que amarse a uno mismo no solamente es el punto de referencia para saber
cuánto se debe amar a los demás, sino que parece actuar como un factor de
protección para las enfermedades psicológicas y un elemento que genera
bienestar y calidad de vida.
“Amarse a
uno mismo es la capacidad genuina de reconocer, sin vergüenza ni temor,
las fortalezas y virtudes que poseemos, integrarlas al desarrollo de nuestra
vida y volcarlas en los demás de manera efectiva y compasiva.”, nos
explica el experto.
El terapeuta
Walter Riso, (Italia, 1951) emigró con su familia a Argentina en su juventud y
creció rodeado de emigrantes italianos, en un barrio multiétnico de Argentina,
pero su constate curiosidad e inquietud le llevó a cursar estudios de
psicología en la Universidad de Colombia.
Especializado
en terapia cognitiva y con una maestría en bioética, trabaja como psicólogo
clínico desde hace tres décadas, práctica que alterna con el ejercicio de
la cátedra universitaria y la realización de publicaciones científicas y de
divulgación en diversos medios.
Una mala
experiencia en el terreno sentimental, laboral o social quizá venga a culminar
un deseo latente de cambio del que no éramos conscientes y que, sin embargo, se
nos desata ante la idea de que con una imagen diferente a la que tenemos,
nuestra actitud para enfrentar las cosas cambiará.
Cuando
Lucía se dejó caer sobre el sillón de su estilista habitual, con aire
cansado, ojeras y el cabello revuelto, era evidente de que algo no marchaba
bien. Una nueva discusión con su pareja había llevado a la ruptura definitiva
de la relación.
“¡Quiero cambiar
de imagen!”, espetó cuando le consultaron de manera rutinaria: ¿Te corto como
siempre?”.
Una conversación
nada baladí y muy común, según los profesionales de la peluquería. Corte,
extensiones, mechas, cambios de color... Las variables se abren al infinito
cuando se quiere poner fin a una etapa.
Una actitud que,
según los profesionales de esculpir la imagen, está más vinculada a mujeres que
a hombres, pertenecientes a una amplia franja de edad que va desde los 25 a los
60 años.
Juan Belmonte,
estilista y director del centro Juan, Por Dios!, afirma que “sin lugar a dudas,
cuando estamos de ‘bajón’ vamos a donde nos mimen un poco y nos hagan sentir
más guapos y guapas. Sobre todo buscamos que ese cambio nos sorprenda a
nosotros mismos y que además lo noten los de alrededor”.
Ricard Sorio,
psicólogo clínico y coordinador de la unidad de psicología de la Clínica
Londres de Madrid (España), por contra, señala que no siempre ante un momento
de debilidad emocional se quiere cambiar de imagen.
“La experiencia
clínica nos demuestra que cuando las personas presentan un estado emocional
bajo o sintomático desde el punto de vista anímico, lo más frecuente es que
exista lo que llamamos una "anhedonia". Traducido al lenguaje
coloquial, significaría que la persona pierde la capacidad para experimentar
placer, con una falta de ilusión general, con lo cual ante estados
depresivos a nivel conductual puede darse un abandono del cuidado físico y
personal que puede conllevar a la persona a un incremento de peso, falta de
ejercicio, despreocupación general”.
El psicólogo
añade que existen otros perfiles diferentes de personas “en las que la
presencia de un determinado factor de estrés podría influir negativamente
sobre su vida como, por ejemplo, la pérdida de su trabajo, una ruptura
sentimental, un cambio social”.
Estos actuarían
como factores desencadenantes en la necesidad de iniciar un cambio vital, como
podría ser el cambio físico y de la propia imagen corporal.
REFORZAR
LA AUTOESTIMA
La doctora
Susana Rodríguez de Cos, especialista en estética, del Instituto Médico Láser
(IML) reconoce que hay un pequeño porcentaje de pacientes que acuden a la
clínica buscando un cambio que les permita reforzar su estado psicológico.
“Hay pacientes
que acuden a nosotros con un cierto síntoma depresivo o cuando se ha producido
un cambio en su situación sentimental, pero no quieren ser otros, quieren
mejorar su aspecto físico, porque consideran que eso puede revertir en una
mejora de la situación psicológica en la que están en ese momento”, afirma
Rodríguez de Cos.
Para el doctor
Sorio, las causas que precipitan el deseo de querer un cambio físico
"están vinculadas a: querer romper con el pasado e iniciar un proceso
nuevo vital; la ilusión de iniciar una nueva relación afectiva sentimental; un
cambio laboral donde consideremos que es importante mejorar nuestra imagen
corporal; querer mejorar más nuestra autoestima donde el físico cabe destacar
que lo va a potenciar y, algo que siempre estará presente, el canon de belleza
actual de la sociedad".
IMAGEN Y
ACTITUD
Juan Belmonte
considera que la imagen condiciona la actitud y ayuda a reforzar la autoestima.
“Por eso el
trabajo de un peluquero es tan difícil y gratificante a la vez. Si fuésemos
pintores sería como hacer el cuadro que cada cliente quiere en ese momento,
para ese estado de ánimo. Nuestra imagen es todo lo que proyectamos de
nosotros. Lo que queremos o no queremos que vean, generalmente, lo comunicamos
con el pelo en su conjunto: corte, color, peinados o, incluso, se establece una
comunicación real jugueteando con él”.
La doctora
Rodríguez de Cos explica que, antes de comenzar un tratamiento, siempre se
realiza una “valoración individualizada del paciente, tanto física como
psicológica”. Y añade que “nunca podría aconsejar un cambio drástico en una
situación de duelo o conflicto emocional intenso, pero pequeños cambios
positivos que ayuden al paciente a estar mejor, por supuesto que sí”.
“Es normal que
cuando nuestro futuro paciente se plantea un cambio físico, ya sea de estética
o de peso corporal, suele haber detrás un malestar psicológico que generó un
sufrimiento y un deseo de cambio que iría seguido por un estado motivacional
para conseguir el objetivo de cambio: adelgazar, mejorar un rasgo físico.
Cuando, por el contrario, encontramos un estado depresivo severo, nos
deberíamos de plantear primero el tratamiento del estado emocional y
conseguir mejorarlo para recuperar la motivación al cambio físico”, señala el
psicólogo clínico Ricard Sorio.
AJUSTAR
EXPECTATIVAS
Rodríguez de Cos
explica que, normalmente, los pacientes que acuden para mejorar su físico ya
pensaban hacerlo antes de llegar a una situación emocional de fragilidad, y no
asegurara que estos cambios están vinculados sólo a “rupturas amorosas”.
Los principales
cambios que solicita un paciente que está “atravesando un bache”, según la
doctora, están vinculados a aspectos faciales y corporales.
“Solicitan
tratamientos que les mejoren la calidad de la piel, la luminosidad, el tono, la
firmeza, arrugas o manchas”. Y, a nivel corporal deciden quitarse
los kilos que le sobran, “reducir volumen, mejorar la textura de la piel que
suelen llevar hasta la celulitis o la flacidez”.
La mejor recomendación
es seguir siempre el consejo profesional y no dejarnos llevar por los consejos
o las opiniones de la gente que tenemos más cerca.
"Será el
profesional (médico, cirujano, psicólogo) quien valore al paciente y lo asesore
para llevar a cabo la mejora de su físico, si es que lo necesita, o para
aconsejarle cuándo sería el momento clave para llevarlo a cabo”,
comenta Sorio, quien apunta lo importante que es tener unas expectativas reales
de cambio “ya que unas expectativas irreales pueden generar mayor frustración
en la persona, siendo por eso muy importante seguir un buen consejo médico”.
Para concluir,
Juan Belmonte recuerda que el cambio más radical que ha llevado a cabo fue el
que le solicitó su amiga Rocío, que lucía una larga melena “del estilo de la
cantante Isabel Pantoja” y salió con un corte a la altura del lóbulo de la
oreja y con flequillo. “Fue ella quien me dió mi nombre profesional -cuenta
entre sonrisas-: ¡Juan, Por Dios!”.